Esta familia de anfibios parece que se mueve mucho, por lo que es difícil de ver y, por tanto, desconocemos sus patrones de actividad, dice la investigadora del IPN, Edna González Bernal.
A pesar de la acelerada extinción de los anfibios que se experimenta en el planeta, en México fue descubierta una especie de rana que habita en los bosques de niebla o bosques mesófilos de la Sierra Norte de Oaxaca. Los biólogos mexicanos Edna González Bernal, Luis Canseco Márquez y Cynthia Ramírez González publicaron el hallazgo en la revista científica internacional Zootaxa, que es la publicación más importante del mundo en taxonomía animal, en la que se han reportado más de 23 mil organismos.
Esta especie tiene forma y características que llaman mucho la atención, por ejemplo un hocico con una distintiva bajada posterior a la fosa nasal, que desde un lado podría ser comparada con la quilla o parte lateral de la proa de un barco. Además tiene los flancos y las superficies anteriores y posteriores de las extremidades con manchas amarillas.
Los estudios que hicieron posible este descubrimiento fueron posibles gracias al financiamiento conjunto de la organización Conservation Leadership Programme (CLP) y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
González Bernal, quien es investigadora del Instituto Politécnico Nacional, explicó en entrevista con Crónicaque la rana recién descubierta se encuentra en zonas montañosas que han sido dedicadas a la conservación por comunidades indígenas del municipio La Esperanza, en la región de la Chinantla. Es esta la razón por la que la rana recién descubierta recibió como nombre científico Charadrahyla esperancensis, y como nombre coloquial La Esperanza.
“Esta es una especie que aparentemente se mueve mucho. Algunos de los ejemplares que se identificaron fueron hallados cruzando una carretera. Es una especie difícil de ver y no conocemos sus patrones de actividad por lo que es posible que no esté activa todo el año”, indicó la doctora Edna González en entrevista telefónica con este diario desde el estado de Oaxaca.
La científica mexicana que obtuvo su doctorado en herpetología en la Universidad de Sidney, Australia, y este año fue una de las ganadoras de las Becas para Mujeres en la Ciencia L´Oréal-Unesco-Conacyt-AMC 2017 contó que la zona donde hallaron por primera vez a la rana La Esperanza no son los bosques más conservados de la Sierra Norte de Oaxaca. Incluso manifestó que entre sus colegas biólogos hubo sorpresa al enterarse del hallazgo porque esa región había sido explorada por científicos de Estados Unidos en los años 70s y 90s sin que hubieran identificado a este grupo.
Bosques y lluvias. Es importante subrayar que los anfibios han sido un grupo animal tradicionalmente poco estudiado, aunque actualmente se considera el grupo de animales vertebrados que está desapareciendo a mayor velocidad, como argumenta la líder del grupo que realizó el hallazgo y quien trabaja adscrita al Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR), Unidad Oaxaca del IPN.
“Encontrar una nueva especie de rana en estos bosques refleja el alto grado de diversidad biológica. Hay dos ideas importantes detrás de este descubrimiento: por un lado el que hay muchas cosas que todavía faltan por descubrir y, por otra parte, que estamos perdiendo un gran número de especies que todavía desconocemos”, agregó.
El ecosistema en el que habita la rana Charadrahyla esperancensis es uno de los más húmedos que hay en el país. En él abundan los arroyos y a lo largo del año la precipitación pluvial o lluvia acumulada es de 6 mil milímetros (mm).
En el reporte enviado a la revista Zootaxa se puntualizan algunos de los factores de riesgo que afronta la especie, principalmente los riesgos antropogénicos, por ejemplo la tala de algunas zonas del bosque y las carreteras que entran a la sierra.
“Encontramos algunas ranas muertas en la carretera. Sospechamos que es una especie que se mueve bastante, posiblemente buscando sitios de apareamiento en lugares lejanos a donde se refugia y esto las hace estar expuestas a mayores factores antropogénicos como la fragmentación de los terrenos boscosos. Algunas de estas variables nos hacen pensar que esta rana puede ser un modelo para medir las perturbaciones en pequeñas talas”.
La investigadora dijo que otro factor de presión para que sobrevivan las especies es la extracción de animales silvestres de los ecosistemas para ser vendidos en las ciudades de México y en otros países.
“Las personas deben entender que los anfibios no son mascotas. Muchos son extraídos de la naturaleza con un grave costo para los ecosistemas. Sí hay algunas especies que se reproducen en cautiverio, pero la mayoría de los que se venden son producto del tráfico ilegal. Hay países donde hay fascinación por los anfibios, como en Estados Unidos y en Japón y esto es un problema grave porque mucha gente quiere tener ranas sin entender sus requerimientos básicos para sobrevivir”, concluyó Edna Leticia González Bernal.