Texto por Hermes Santiago-Dionicio
Fotografías por ECA y Víctor H. Jiménez-Arcos
En las comunidades del Municipio y Distrito de Santiago Choápam perteneciente al estado de Oaxaca, México, es común escuchar a las personas hablar sobre ciertas creencias en torno a los anfibios. Muchas de estas creencias son erróneas y fomentan una actitud negativa ante ranas, salamandras y cecilias.
Dentro de la clase de los anfibios, los más conocidos son del grupo los anuros (llamados comúnmente ranas y sapos), seguidos por el grupo de las salamandras y por último, las cecilias. Cada uno de estos grupos está integrado por una gran variedad de especies.
Lamentablemente en la actualidad, los anfibios son el grupo de vertebrados mayormente amenazados a nivel mundial, esto principalmente debido a la destrucción del hábitat derivado de las actividades humanas, el cambio climático, enfermedades emergentes e introducción de especies exóticas, lo cuál afecta negativamente la estabilidad poblacional de estos organismos.
Sin embargo, es importante destacar que el DESCONOCIMIENTO generalizado de estos animales sobre sus hábitos, comportamientos, necesidades, etc. también es un proceso clave que puede afectar negativamente a estos organismos, sobre todo cuando una mala información conduce a que las personas los maten por miedo o temor.
Existen algunas creencias sobre los anfibios que mencionan que son animales peligrosos para el ser humano, por lo que pensamos que es importante desmentir estas creencias:
Creencia: La orina de los sapos es una sustancia altamente tóxica y al estar en contacto con la piel humana, se corre el riesgo de quemaduras graves, brotes de verrugas e inclusive la muerte. También se dice que, en caso de que la orina llegue a tener contacto con los ojos puede ocasionar ceguera.
Verdad: Los sapos llegan a orinar a causa del estrés que les genera el sentirse en peligro, pero su orina no causa ningún efecto sobre nuestra piel, simplemente es una forma de saber que el sapo tiene miedo. El contenido de la orina de los sapos es básicamente agua, sales minerales, urea y ácido úrico, al igual que en los humanos.
Algunas especies secretan toxinas por unas glándulas en la piel situadas detrás de los ojos sobre la cabeza (glándulas parotoides), pero sólo las usan contra sus depredadores para evitar ser devorados.
En épocas de lluvia es muy común encontrar sapos y ranas en las carreteras, veredas, e inclusive dentro de las viviendas (principalmente en las comunidades rurales y rancherías), pero ellos sólo salen en busca de alimento, agua y para buscar pareja. Suelen entrar a las viviendas porque son atraídos por la luz artificial: los focos en las calles atraen a los artrópodos (mariposas, escarabajos, mosquitos) y los anfibios simplemente aprovechan esta situación para alimentarse.
Creencia: Las salamandras y cecilias pueden introducirse en las cavidades del cuerpo humano, ya sea en la boca, nariz, oído e incluso los genitales. Una vez en el interior del cuerpo, supuestamente proseguirán a desovar o a implantar sus huevos para finalmente volver a salir.
Verdad: Respecto a que sean capaces de introducirse a nuestro cuerpo, la probabilidad es completamente nula. Esto porque, cada especie tiene sus propios requerimientos desde temperatura ambiental, temperatura corporal, humedad. Además, que ellos son capaces de identificar los sitios óptimos para cada actividad y la parte interna del humano no ofrece ninguna posibilidad de supervivencia de estos organismos.
Creencia: Se cree que las salamandras son las madres de las serpientes y víboras, y de la misma forma, por miedo prefieren matarlas para evitar encontrarse con alguna víbora. Otra creencia afirma que los sapos, tienen la capacidad de revivir a las serpientes y a las víboras. Es por eso que aún existen regiones donde acostumbran después de matar alguna serpiente, quemarlas con la finalidad de un exterminio total y evitar la aparición de nuevas serpientes, algunos optan por matar a todos los sapos que encuentren.
Verdad: Una rana sólo puede nacer de otra rana, una salamandra de otra salamandra y las víboras provienen también de otra víbora. En la naturaleza sólo se defienden cuando se sienten amenazadas. Algunas cuando están activas suelen huir, pero no siempre lo harán, es por eso que debemos tener muchísimo cuidado al invadir su hábitat.
El estado de Oaxaca aún posee una gran diversidad de anfibios y reptiles (herpetofauna), podemos encontrar especies con características muy particulares, colores y tamaños únicos. También existen algunos organismos que han sido capaces de imitar a especies venenosas, desde el color hasta el comportamiento. Esta conducta ha permitido que algunos depredadores los ignoren. Sin embargo, no se han salvado de los humanos. En realidad son pocas las personas que por experiencia propia, reconocen a las especies de importancia médica, pero la mayoría sólo se guía por las creencias.
Debemos tener muy en claro que son parte importante del ambiente natural y debemos aprender a convivir con estas especies. Son de vital importancia en la cadena alimenticia sirviendo de alimento para otros animales, pero también, regulando las poblaciones de otros organismos. Por ejemplo, los anfibios se alimentan de artrópodos, que al no tener depredadores podrían convertirse en plaga, mismos que pueden incluso transmitir enfermedades a los humanos.
Recomendaciones generales:
En un encuentro con estos animales: Dejarlos vivir, que sigan su camino. No manipularlos, a menos que sea realmente por algún motivo académico-científico pero siguiendo un estricto protocolo de un manejo adecuado.
Si los llegan a encontrar dentro de sus casas lo recomendable es: tratar de sacarlos (con cuidado de no lastimarlos) y llevarlos a su hábitat natural, de preferencia un sitio alejado de las viviendas.
No alterar su hábitat, no introducir especies exóticas y evitar la compra de organismos silvestres (flora y fauna).
En lugar de temerles podríamos tratar de aprender un poco más sobre estos organismos y no dejarnos llevar por creencias erróneas. Y con el tiempo, comenzar a respetarlos y a conservarlos.